El Desayuno
Alfredo está trabajando en la tierra cuando escucha un siseo atrás de él. Voltea y se encuentra con una persona de tez morena, ojos y cabello negro. La persona abre mucho los ojos y pasa uno o dos segundos que parecen eternos. Alfredo rompe el silencio y saluda al recién llegado. Este contesta el saludo y pregunta ¿cuándo está?
–Es difícil saberlo con certeza, pero tú que eres recién llegado deberías saberlo mejor que yo. Me llamo Alfredo, ¿y tú? –Yo me llamo Carlos –dijo el recién llegado mientras extendía su mano para saludar– ¿Hace cuanto tiempo que estás aquí? –Según recuerdo a mí me enviaron al año 13333 y según creo yo hace aproximadamente 5 años que llegué. –Contesto Alfredo mientras terminaba lo que estaba haciendo y empezaba a recoger la herramienta– ¿te mandaron a 13338? –A mí me mandaron a 13339. A lo mejor no contaste bien los días.
Alfredo sacudió el polvo del hombro del recién llegado y lo invitó a desayunar. –De seguro tienes hambre. Cuando una persona llega, siempre le hago esta pregunta: ¿Cómo fue tu último desayuno? Cuéntame por favor mientras regresamos a mi casa. –Carlos asiente con la cabeza–
–De cuando yo vengo, ya no cocinamos, no tenemos refrigeradores y todo lo que compramos en la tienda para comer es tierra. –Alfredo escucha muy atento– Mi abuelo me contó de esas cosas. El gobierno ha logrado usar la maquinas del tiempo como un servicio público. Ahora tenemos cuentas por pagar de: luz, agua, internet, inteligencia artificial y ahora tiempo. Eso, cambió muchísimo la manera en que almacenamos la comida. Ahora se crean platillos deliciosos y se utilizan contenedores que permiten su putrefacción. Y nosotros recibimos del gobierno comida cada semana en esos paquetes. Para cuando los abrimos están hechos tierra. Pero ahora se tiene un aparato como lo que antes era un microondas que al depositar esa tierra ahí. Regresa la tierra a su estado de recién preparada. Tú me preguntaste cuál fue mi último desayuno. Fueron chilaquiles con crema y queso. –Carlos deja de hablar y guarda silencio mientras caminan por el sembradío de regreso a casa de Alfredo–.
Alfredo guardó silencio por un buen rato también y de repente empieza a reír a carcajadas. –¿Cuánto tiempo tardaste en idear esta broma? Eso no puede ser posible. Antes de que yo viniera a hace 6 años. No había nada de eso. La inteligencia artificial estaba en pañales. Sabes fue muy duro tomar la decisión de viajar al futuro a lo desconocido. Sin saber que me iba a encontrar. Cuando cumplí 18 años y me contaron la verdad sobre el futuro. Ya sabes eso de que en algún momento un meteorito destruye la vida en la tierra. Y que al cumplir 18 teníamos dos opciones: viajar al pasado y sufrir la inflación artificial o ser carne de cañón y viajar al futuro incierto, sin saber, sí ya se recuperó el planeta. Y lo peor es que no habría tecnología ni nada. Fue un alivio ver que donde aparecí era tierra firme y ya se había enfriado la tierra. ¿Cómo decidiste a qué año venir?
–En serio, así fue, no me lo estoy inventando. Fue al azar, el gobierno lanzo un nuevo servicio usando IA. Ahora tenemos tres opciones. Viajas al pasado, vas al futuro al año que tú escojas o dejas que una IA te diga a qué año viajar. Yo escogí esta opción. Porque te da más años que disfrutar antes de tu viaje. Ahora son 6 años que tu y tu familia disfruta de todas las comodidades antes de viajar.
Alfredo llegó a su casa, una pequeña casa de madera, cuando entró saco un par de huevos, un poco de carne y hierbas de un pozo que estaba en el centro de la casa. Prendió el fuego en madera usando fricción. Y con un gesto invitó a Carlos a sentarse en una silla de madera.
–Esto es lo mas parecido a huevo de gallinas que tenemos ahora –dijo Alfredo y se puso a cocinar–.